La pregunta que surge es: ¿tiene sentido aprender taquigrafía en pleno siglo XXI? La respuesta no es sencilla. Para muchos, la digitalización ha vuelto obsoleto este arte. Sin embargo, la taquigrafía sigue siendo útil en ciertos contextos y conserva un valor cultural e histórico.
Además, en una época donde la multitarea y la atención dispersa son comunes, la práctica de la taquigrafía puede considerarse un ejercicio de disciplina cognitiva. Aprenderla implica entrenar la mente en rapidez, memoria y concentración, habilidades sumamente valiosas en el mundo profesional.
Para las secretarias modernas, la taquigrafía podría no ser un requisito, pero sí un plus que añade valor a su perfil. Una secretaria que puede registrar información a gran velocidad sin depender de dispositivos tecnológicos demuestra autonomía, eficiencia y capacidad de respuesta inmediata.
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